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6 de diciembre de 2011

Isla de Chiloé

Esta nueva aventura nos ha encantado.
Palafitos en Castro
Llegamos a Puerto Montt por la noche, pero no bajamos del ferry hasta las 8 de la mañana, y ya teníamos pensado nuestra ruta por Chiloé. Fuimos a la estación de omnibús ( se puede ir caminando desde el puerto), y allí mismo (en una de las agencias de viajes) alquilamos el coche., uno grande para poder ir los 5 con las respectivas mochilas. Nos costó un poquito salir de P.Montt, no hay casi indicaciones, pero después de un tour por la ciudad lo logramos. Para ir a Isla Chiloé hay que llegar hasta Pargua y de ahí tomar un ferry hasta Chiloé (os preguntaréis porque digo siempre "tomar" y no "coger", la razón es que aquí en Sudamérica significa "tener sexo, vamos fol...",así que de momento seguiré gastando tomar). El ferry cuesta 9500pc por coche, da igual cuantas personas vayan. Nuestro primer destino fue Castro, una de las ciudades mas al sur de la isla. Ya por el camino hacia allí, nos dimos cuenta que los paisajes iban a ser impresionantes. Verde por todas partes y las zonas costeras para dejarte con la boca abierta. En Castro nos alojamos en La Cordillera, un hostel muy cerca del centro y con unas vistas hacía la bahía (bueno había que subirse a una especie de terrazita).Conseguimos bajar un poco el precio de las habitaciones (al final lo dejaron en 7500 pc/p con desayuno).Las habitaciones estaban bastante bien y además tenía cocina,lo que nos venía genial para ir reduciendo un poco el presupuesto. Después de alojarnos, como siempre fuimos a conocer la ciudad, un paseo de lo mas interesante.
Mirador Gamboa
Primero visitamos la plaza de armas, la iglesia cuyo interior de madera era precioso y además tenía miniaturas de la mayoría de las iglesias que íbamos a encontrar por la isla,de hecho es uno de los atractivos principales de la isla y es cierto, y eso que a nosotros eso de las iglesias no nos va mucho. De ahí nos fuimos al mirador de la calle gamboa, desde donde teníamos unas vistas geniales de los palafitos, casas típicas de aquí, construidas sobre palos de madera altísimos. Eran mas que curiosas. Desde allí atravesamos la ciudad para ir a ver los Palafitos pedro Montt, que bordeaban toda la costa. El colorido de este tipo de casas es súper llamativo y variado, desde rojos, verdes hasta rosa, moradas, de todos los que podáis imaginar. Nos ha encantado Castro!!!!
Iglesia de Achao
Al día siguiente, amaneció lloviendo bastante, pero gracias al coche el día no fue nada mal. Nos dirigimos hacia la isla de Chinchao, para ver una de las iglesias mas antiguas de todo Chiloé. Para llegar hasta allí tomamos otro ferry desde Dalcahue ( 2000 pc i/v). El pueblo se llamaba Achao, un pueblo muy pequeñito cuyo único atractivo es la playa y esta iglesia que realmente es super curiosa, ya que hasta hace poco que la restauraron, no tenía ningún clavo...¡para flipar!. Por el camino hacia C.de Veléz, vimos infinidad de animales, ya que la mayoría de los lugareños se dedican al campo, y tienen terreno de sobra para criar cualquier cosa, vimos gansos, cerditos, vacas, ovejas, gallinas, de todo y cuando veíamos una playa o una iglesia enseguida nos desviábamos de la ruta para hacerles alguna foto. Por fin llegamos a Curaco, pero estaba todo prácticamente cerrado,así que sólo pudimos dar un pequeño paseo por el centro, ver la iglesia y ver algunas artesanías de la zona (la mayoría ropa de lana echa a mano por las mujeres de allí. La verdad es que vale la pena alquilar un coche para poder ver estos islotes y pueblos que son preciosos.
Cocinería en Dalcahue


A la vuelta paramos en Dalcahue para ver un mercado de artesanía. Está cerca de un edificio que tiene forma de barco, que es una cocineria donde se pueden comer platos típicos de allí. Nosotros aprovechamos para probar el Curanto, el plato típico de Chiloé que consiste en una mezcla de moluscos y carne. Como mínimo curioso. Los puestos de artesanía eran bastante escasos. Hay que ir los domingos, ya que es el día en el que va toda la gente de los pueblos de alrededor a vender sus artesanías. pero aún así nos encantó el lugar.

Desde allí como era temprano,decidimos ir a Tenaún, a ver una iglesia azul que prometía ser una de las mas bonitas, y es cierto. Fue declarada patrimonio de la humanidad en el 2000 y tanto por fuera como por dentro es chulísima y diferente de las iglesias a las que estamos acostumbrados. El único inconveniente fue la carretera (mas bien camino de piedras)  que tuvimos que recorrer para llegar y que al haber llovido era peor que malo, ni las vacas podían circular por ahí. Nuestra última parada antes de ir a Chepu, fue parar en Qemchi, donde solo había una pequeña iglesia y el puerto, no mucho mas que ver pero que nos pillaba de paso. Finalmente llegamos a Chepu y directamente a chepuadventures, donde íbamos a hacer el kayak, nuestra sorpresa fue que al estar lloviendo todo el día se suspendían todas las actividades para el día 
siguiente y tampoco podíamos dormir allí, así que nos tuvimos que conformar con ver el impresionante paisaje. ¡ale, a dormir a Ancud! Las carreteras que tuvimos que atravesar para llegar a esta ciudad no eran mucho mejor que las otras, por favor quiero lllegar ya¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Llegamos por fin y empezamos a buscar alojamiento.En los dos primeros hostels que paramos no había disponibilidad y empezamos a pensar que sería mas difícil de lo que pensábamos, pero en el tercero Alber consiguió un apartamento para los 5, con habitaciones para cada uno, baño, cocina y lo mejor vistas a la bahía, era impresionante, y lo  mejor el precio que al final nos lo bajaron a 35000pc/noche. A la mañana siguiente, frescos y descansados, nos fuimos a Puñihuil a ver ¡POR FIN! pingüinos, ya que nosotros no los pudimos ver en Argentina, así que estábamos deseándolo. Donde alquilamos el coche nos dijeron que no fuéramos con el coche hasta allí, y luego entendimos por qué. si la carretera del día anterior había sido mala, esta era muchísimo peor, y estuvimos a punto de quedarnos atascados un par de veces. Al final llegamos a una playa que era preciosa, no nos imaginábamos que sería tan bonita. Los pingüinos estaban en unos islotes muy cerca de la playa, pero tienes que tomar un bote que rodea todos los islotes, para poder verlos muy de cerca. Vimos pingüinos de Magallanes y p. humboldt, nutrias de mar, y una infinidad de aves, desde pelícanos, cormoranes, bandurrias, y otros muchos. La verdad es que es muy bonito.Ademas los botes no son muy caros, al final regateando un poco pagamos 5000 p/p ,pero vale la pena. 

Aprovechamos para comer en la misma playa disfrutando de las vistas. Comimos cangrejo real, y unos mejillones gigantes, de hecho era uno para cada uno, y dentro llevaban sorpresa, un choricito, si si¡¡¡¡ imaginar la combinación mar y tierra, estaba buenísimo¡¡¡¡¡¡ Después  de esta maravillosa comida nos fuimos a conocer un poco mas Ancud. Fuimos paseado hasta la zona mas alta donde hay unas fortificaciones españolas, aunque lo mejor del sitio son las vistas impresionantes que se ven desde allí. Seguimos pasenado hasta la playa arena gruesa, donde a pesar del fresquito que hacía, los niños estaban bañándose sin problema, y de nuevo las vistas eran increíbles. Tras este paseo tan reconfortante, solo nos  quedaba  comprar algo para cenar en nuestro maravilloso apartamento viendo la puesta de sol, ya que al día siguiente empezaríamos una nueva aventura rumbo a Valdivia. Pero ahora toca descansar...así que ya sabéis un pis y...